martes, 22 de febrero de 2011

Pasodobles Los Muñecos De Cadiz

Esperamos todos un año entero
y que rápido se nos escapa,
que prontito se nos va febrero,
ya llegó el domingo de piñata.
Enseguida viene el mes de marzo
con los coletazos de alguna actuación
y en la hoguera de las vanidades
se quema la euforia o la desilusión.
Y llega abril con las velas encendías,
penitencias en la calle,
que un hombre va a morir
y consigue el Rosario
que mis coplas se apaguen.
Y mirando la luna de las noches de mayo
que copiaba el balance
de lo bueno y lo malo,
yo que vuelvo a asumir
que tengo que seguir,
que no puedo dejarlo.
Con San Juan se van los caracoles
y llega el verano
y por tantas ciudades,
noches de festivales
donde grito a los vientos
que soy gaditano.
En agosto en la playa
la cabeza me estalla
con la idea y el nombre.
Cuando llega septiembre
quedamos como siempre
pa escuchar el pasodoble.
En octubre nos cuesta arrancar,
noviembre nos trae el frío al local.
En diciembre el orden de actuación,
ya está aquí la Navidad.
Y a las puertas de otro carnaval
los reyes me traen en enero un disfraz
y otra vez en febrero.
Como voy a evitar
que me sienta en tus manos
como un pobre muñeco
si me paso to el año
cada mes suspirando
por decirte te quiero.
 
Qué te pasa, no te veo contenta
con lo que has esperado este día.
Tantas ganas que te hiciera abuela
y no veo en ti esa alegría.
Hija mía, voy a ser valiente
una vez en la vida y te voy a contar
lo que tanto y tanto me atormenta
que quise contarte y nunca fui capaz.
Sabes muy bien que no eres mi sangre,
que no te tuve dentro.
Cuando te lo conté
te dije que tu mare
te dejó en un convento.
Ahora me duele tanto el haberte engañao,
el haberlo tenío tanto tiempo callao.
Ella no te entregó a ninguna adopción
como yo te he contao.
Aunque sabes, sentrañitas mías,
lo que yo te quiero,
hoy me siento una madre
traicionera y cobarde
cuando pienso que yo te compré con dinero.
Una monja te trajo,
te cogí entre mis brazos
y en el fondo sabía
que mientras te abrazaba
otra mare lloraba
con su cuna vacía.
Cuando he entrado en este hospital
los viejos fantasmas me han hecho pensar
y escuchando llorar a un bebé
hoy lo he vuelto a recordar.
Lo que hice no tiene perdón
por eso la vida me da una lección
y está bien merecía.
Ahora te veo a ti
con mi nieta en tus brazos
y maldigo aquel día.
Cuando veo su cara,
ay, si te la robaran
yo es que me moriría.

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