Mi vida fue un sol sin día,
un desengaño sin desquite.
Mi vida fue sangre y espina,
siempre jugando al escondite.
Un secreto que ocultar,
negar la realidad.
Siempre un tachón en el remite,
como si un tren nunca llegase a su estación.
Como un profeta que esperando está el milagro,
pa ser furtiva media vida errante en el monte calvario.
Hasta que un día me cansé de este bagar,
de este pañuelo de lágrimas,
de esta llave sin portada.
Y me hice el fuerte
y nadé a contra corriente
pa contarles mi verdad…
Y a mi mare de mi alma
fui contándole mis miedos,
miedo a no decepcionarle,
que lo demás no me importa.
Pero mi mare es mi mare,
le conté mis sentimientos
y abrazándome me dijo:
si te fallo yo me muero,
qué más me da como seas.
Tú eres mi hijo y te quiero.
Todo cambió aquella tarde,
jamás en la vida he vuelto a ocultarme.
Qué coño importan si miran,
yo estoy orgulloso
y tiro palante.
Y es por eso que esta noche
aquí me presento pasando de historias.
Y con esta copla
a algún chufla le callo la boca,
vayan dejando pamplinas y prejuicios
que llega Juana…,
ya llega Juana la loca.
La pluma fuiste de la fiesta,
la pluma fuiste de la calle.
La pluma de la clase obrera,
la pluma de las libertades.
Siempre fuiste algo más,
siempre fuiste especial,
la pluma de los carnavales.
Fuiste sensible,
tanto o más que una mujer,
para escuchar los llantos de una caracola
y fuiste duro como un hombre pa luchar
por nuestras cosas.
Fuiste el puño que golpeó a la autoridad
y fuiste seda y almíbar
pa cantarle a tu ciudad.
Fuiste el rosa y el azul de nuestras coplas
sin tenerla que ocultar.
Se le conoció un amante,
uno de Santa María,
un gitano nazareno
que vio por Jabonería,
a maltraer te tenía.
Y en tus rimas confesaste
que una hembra era tu novia,
que tan sólo con tus versos
llegó a sentirse en la gloria.
Entre mil años de historia…
siempre se habló con misterio
de tu condición de varón,
de tu plante.
Siempre se habló con recelo
y nunca entendiste que eso fuera importante.
Yo me quedé con tus letras,
con tu compromiso,
con tus ideales.
Y con tu poesía que a Cádiz la hizo tan grande,
yo me quedé con Don Pedro Romero,
como lo parió…,
como lo parió su madre.
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